miércoles, 4 de febrero de 2015

CAPÍTULO 16 - LA CULPA

La luz del sol hacia que los ojos me ardieran, refunfuñé y me tapé la cabeza con la manta. Notaba la boca seca y con un regusto amargo. Miré el reloj, era la una de la tarde. Mi intento de levantarme fue frustrado por un mareo y un fuerte dolor de cabeza. Cuando logré sentarme en la cama el dolor de cabeza aumentó. Me coloqué la pierna con dificultad y perdí el equilibrio al ponerme en pie, sentía las piernas débiles.
Cada paso que daba resonaba en mi cabeza como si estuvieran golpeándomela con un martillo. Abrí la puerta de la habitación y fui al baño. Tenía náuseas pero no podía vomitar. Al pasar por el salón me encontré a Catherine estudiando en la mesa del comedor.
- Buenos días, dormilón. Por fin te has levantado. - Su voz retumbó en mi cerebro, parecía como si de pronto tuviera la cabeza hueca y todo hiciera eco.
- No grites, por favor. - Escuchar mi voz también resultaba doloroso. Me llevé las manos a la cabeza con un siseo.
- ¿Resaca? - Preguntó bajando la voz. Asentí lo más lento que pude.
- Creo que necesito una ducha.
Ahora estaba limpio, fresco, con un dolor permanente de cabeza y un mareo que iba y venía a su antojo. Me senté en el sofá tapado con una manta y con el estómago revuelto. Catherine se acercó y me acarició el pelo con ternura.
- ¿Quieres que te prepare algo? ¿Té, café, manzanilla? - Murmuró en voz baja.
- Una manzanilla estaría bien. - Respondí en el mismo volumen. Elaine salió de su habitación con tan mala cara como yo.
- ¿También resacosa? - Le dijo Catherine. Elaine alzó el índice y se llevó una mano a la cabeza.
- No hables. - Le mandó callar tras sisearle.
- ¿Quieres una manzanilla también? - Ella negó con la cabeza.
- La mejor solución para la resaca es beber mucho líquido, descansar todo lo que se pueda y mi mezcla especial, cien por cien fiable, nunca me falla.
- Tomaré una de esas. - Dije. Me encontraba fatal, no volvería a emborracharme en lo que me quedaba de vida.
- Que empiece la magia, entonces. - Se metió en la cocina. Catherine me dio un beso en la frente y la siguió.
Pasados varios minutos volvieron con un vaso de medio litro de un color naranja-rojizo cada una. Elaine ya se había tomado la mitad del suyo y Catherine me paso el que tenía ella. Tomé un sorbo, no estaba tan malo como pensaba. Seguí bebiendo, esperando que lo que fuera que tuviera eso me aliviara el dolor de cabeza y el estómago. Al cabo de un tiempo los síntomas se redujeron.
- Funciona. - Afirmé sin dirigirme a nadie en general.
- Claro que funciona, ¿acaso lo dudabas? - Habló Elaine. Ella también parecía encontrarse mejor. Estábamos ambos sentados, yo el sofá y ella en el sillón individual que estaba al lado.
- ¿Qué lleva?
- Un poco de todo: verduras y frutas pasadas por la batidora, limón y el ingrediente secreto.
- Que no me vas a decir aunque te pregunte cuál es, ¿verdad? - Me guiñó un ojo.
- Parece que ya nos vamos conociendo.
A pesar de la borrachera recordaba perfectamente nuestro beso y el breve pero intenso toqueteo. Noté el estomágo revuelto pero esta vez estaba provocado por la culpabilidad. Miré a Catherine, que se había cambiado su pijama por unos vaqueros y una camiseta sencilla.
- ¿Te vas? - Pregunté, temiendo estar a solas con Elaine de nuevo por lo que pudiera pasar.
- Sí, no quiero llegar tarde al exámen. - No recordaba que hoy tenía el penúltimo examen del cuatrimestre.
- Te acompaño. - Me ofrecí, echando la manta a un lado.
- No hace falta. Tú descansa, que lo necesitas.
- No importa. Además, acabo de acordarme que había quedado con Roderic, no quiero dejarle plantado. - Mentí. Me puse en pie. Definitivamente, me encontraba mucho mejor aunque aún estaba cansado.
- Vale, te espero. - Me cambié rápidamente y le envié un mensaje a Roderic. Llevaba tiempo diciéndome que fuera a su casa para que probara el nuevo videojuego que se había comprado así que se recibió mi mensaje con gran alegría.
- Ya estoy. - Dije yendo al salón y abriendo la puerta.
- Bien. Hasta luego, Elaine. - Se despidió Catherine.
- Hasta luego y suerte. - Le deseó ella.
Le acompañé hasta la entrada de su facultad y nos despedimos con un largo beso y un fuerte abrazo. Me dirigí a casa de Roderic, tratando de recordar si había ocurrido algo más la noche anterior de lo que mi mente me permitía ver. Estaba seguro que no, solo un beso. Ella se lanzó, yo la paré a tiempo. Fin de la historia. ¿O yo le había respondido al beso? ¿Había habido lengua? ¿Había cerrado mi mano sobre su pecho?
Llegué a mi destino sin haber resuelto esas preguntas. Era la segunda vez que iba al apartamento de Roderic. Sus padres eran una pareja de cincuentones algo serios que parecían tener trabajos importantes aunque no sabía cuáles. Roderic me abrió la puerta.
- Hey, Dean. - Nos dimos un apretón de manos. - Vamos, entra.
Me llevó a su habitación, decorada con pósters de videojuegos y series de anime. Estuvimos jugando durante un par de horas, charlando sobre temas poco importantes, lo que me ayudó a olvidar el problema de Faheema y la indecisión de si contarle a Catherine o no mi beso con Elaine.
Nos despedimos y volví al piso. Elaine estaba sentada en el sofá, con las piernas estiradas y pintando en un bloc de dibujo con carboncillo. Me miró cuando cerré la puerta.
- Hola. - Me saludó.
- Hola. ¿Catherine ha vuelto?
- Todavía no. - Colocó las pies en el suelo y dejó el bloc en la mesa. - Dean. - Se puso en pie y yo me quedé inmóvil donde estaba, a pocos pasos de la puerta.
- Tiene que estar a punto de salir, iré a recogerla. - Dije tras un tenso silencio.
- Dean, espera. - Caminó hacia mi y se detuvo a unos metros de distancia. - Supongo que te comportas así por lo de anoche. - Desvié la vista. - Solo quería decirte que siento lo que pasó, no debería haber hecho eso. - Asentí. Se tocó un mechón de su cabello negro terminado en azul y se lo echó a la espalda. - ¿Podrías no decírselo a Catherine? No quiero que nuestra convivencia se vuelva... incómoda. Y realmente no pasó nada, habíamos bebido y fue un beso tonto.
- Será nuestro secreto de colegas borrachos. - Añadió encogiéndose brevemente de hombros. Lo medité. No sabía si eso era ético pero desde luego era lo mejor para todos.
- De acuerdo, no le diré nada. - Me sonrió, asintió y volvió a continuar con su dibujo.

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