martes, 18 de noviembre de 2014

CAPÍTULO 10 - VISITA SORPRESA

Escuché una vibración proveniente de mi móvil y me removí bajo las sábanas, aun somnoliento. Desde que me estaba tomando las pastillas que me había recetado la doctora había conseguido dormir sin interrupciones. Abrí los ojos y ví sobre la mesa escritorio, que estaba frente a mi cama, la camiseta enmarcada de Chris Meyers, mi jugador de baloncesto preferido de los Tigres. Bostecé y sonreí. La relación con mi padre estaba mejorando, incluso habíamos acordado ir a correr juntos, como en los viejos tiempos, cuando me pusieran el nuevo pie en la prótesis.
Estiré el brazo hacia la mesita de noche y alcancé el móvil con facilidad. Era un mensaje de Catherine: "Buenos días, pre-cumpleañero. Solo un día más y te podré felicitar en condiciones. Hoy es el último día que tendrás 21 años así que despídete de ellos, que ahora vienen los dos patitos." Había estado haciendo la cuenta atrás para mi cumpleaños desde hacía cinco días. A partir de pasado mañana, sus buenos días serían más tradicionales. Le respondí: "Buenos días a ti también, mi niña de los 19. En poco más de un mes te unirás al club de los veinte. Nos vemos esta tarde." Habíamos quedado para ir al cine.
Me levanté, hice mis ejercicios diarios y me di una ducha. Mientras me secaba el pelo con la toalla mi móvil sonó. Respondí sin mirar siquiera la pantalla.
- Buenos días, cariño. - Dije. Catherine me solía llamar tras su desayuno.
- ¿Cariño? - Preguntó una voz que no era la suya. - Vaya, Dean. No sabías que me veías de esa forma. - Me resultaba familiar pero no conseguía ponerle cara. - ¿Eso significa que me has echado de menos? - Rió. Esa risa era inconfundible.
- ¿Ashley? - Pregunté. Era la chica que conocí en el pueblo de mis tíos, la que me ayudó en esos momentos de baja autoestima y autodescubrimiento.
- La misma. - Respondió risueña, como siempre.
- Hace mucho que no hablamos. - Solíamos mantener el contacto por correo electrónico aunque últimamente apenas nos escribíamos. - ¿A qué se debe esta llamada?
- Lo preguntas como si fuera algo malo. Verás, estoy cerca de tu pequeña ciudad y había pensado en hacerte una visita. Se que es precipitado pero, ¿tienes planes para esta tarde? - Abrí la boca, dispuesto a negarlo pero recordé la quedada del cine con mi chica.
- Había quedado con Cath pero, ¿qué te parece mañana por la mañana?
- Lo siento, no puedo quedarme mucho tiempo por aquí. ¿Por qué no le dices que se venga y así la conozco? Será un honor conocer a la famosa Catherine. - Tal vez la hubiera mencionado unas cuantas veces delante suya o, seguramente, bastantes.
- Vale, se lo diré. ¿Dónde quedamos?
- Lo único que conozco del pueblo es una gran plaza frente a una iglesia.
- ¿Que tiene una estatua con tres mujeres en el centro? - Pregunté para asegurarme de que hablábamos del mismo lugar.
- Sí, creo que sí.
- De acuerdo, entonces allí a las ¿cinco?
- Perfecto. Nos vemos esta tarde.
- Hasta luego. - Colgué. Iba a dejar el móvil sobre la cama cuando volvió a sonar. Esta vez era Catherine.
- Cath, no te imaginas quién me acaba de llamar...

Hacía una fría tarde de principios de enero y soplé en mis manos enguantadas para entrar en calor. Catherine estaba a mi lado, con la bufanda que le había hecho mi madre y el cuello del abrigo subido. Llevaba los pendientes que le había comprado en la feria de invierno y yo el gorro gris que me había regalado por Navidad con los guantes a juego. Miré el reloj, ya casi eran las cinco. Busqué a mi alrededor, estaba nervioso por volverla a ver y a la vez deseando que la conociera Catherine. No le había hecho gracia que cancelara nuestros planes y los hubiera cambiado por otros sin consultarle antes pero había aceptado a acompañarme.
- Gracias por venir. - Le dije. - Otro día iremos al cine, te lo prometo.
- No te preocupes por eso. - Sacó las manos de los bolsillos y jugueteó con el botón de mi abrigo. - Estoy deseando conocerla, te ayudó mucho y lo menos que puedo hacer es darle las gracias en persona. - Me sonrió. Le di un beso en la frente y me di cuenta de lo fría que estaba.
- Estás helada. - La rodeé entre mis brazos y le froté la espalda para darle calor. - Se supone que el friolero aquí soy yo. - Ella era mi estufa personal, desprendía mucha calor, sobre todo cuando dormía, lo que era estupendo para las noches de invierno, y también para algunas frías de verano.
Nos quedamos un rato así hasta que vi una pequeña figura caminando hacia el centro de la plaza a paso ligero.
- Ahí está. - Catherine siguió mi mirada. Ashley llevaba un gorro de un mapache y sonrió al vernos. Nos separamos y fuimos a su encuentro.
- ¡Dean! - Me abrazó, su cabeza quedaba a la altura de mi pecho. - ¿Has crecido desde la última vez que te vi o siempre has sido así de alto? - Alzó la cabeza para mirarme y después se volvió hacia Catherine.
- Ashley, esta es...
- ¡Catherine! Ya se quién es. - Me cortó emocionada. - Encantada de conocerte en persona. - Le dio un abrazo y Cath me miró por encima de su hombro, sorprendida.
- Lo mismo digo, Ashley. Me encanta tu gorro, por cierto.
- Gracias y a mi tu bufanda. - Parecían haber congeniado.
- ¿Queréis tomar algo caliente? - Propuse. Las dos asintieron a la vez.

Fuimos a una cafetería cercana y pedimos tres tazas de humeante chocolate. Parecía que Catherine y ella se conocieran de toda la vida y que no había pasado más de un año desde que Ashley y yo nos habíamos visto por última vez en persona.
- ¿Os apetece una ración de churros para acompañar el chocolate? - Preguntó Catherine al rato. Asentimos. - Yo invito.
Antes de que pudiera contradecirla, se levantó y se acercó a la barra.
- Me encanta, es adorable. - Me comentó Ashley. - Y la forma en que os mirais... ¿Para cuándo la boda? - Bromeó.
- Todavía es pronto para pensar en eso.
- Pero ya estáis conviviendo juntos, eso es un gran paso.
- Olvidas que somos tres en el piso.
- Bueno, es más o menos lo mismo. - Le quitó importancia con un movimiento de mano.
- ¿Y con tu novio qué tal? - Dejó de soplar su taza y sonrió.
- Genial, estoy muy contenta con él. ¿Sabes qué? Vamos a ir a visitar el parque de atracciones de Harry Potter.
- ¿Sí? Eso es estupendo.
- Es fabuloso tener un novio al que le guste casi tanto Hogwarts como a mi.
- Me alegro por ti, Ashley.
 - Cuidado, que queman. - Avisó Catherine, dejando la bandeja con churros en la mesa.
Nos pusimos al día entre risas y el tiempo pasó sin que nos diéramos cuenta. Fuera ya había oscurecido.
- Y además, me he apuntado en una asociación sobre cine y estamos empezando a grabar un corto. Estoy deseando que lo veáis.
- ¿Cuándo lo tendréis terminado? - Preguntó Catherine.
- Todavía no lo sabemos, supongo que en un par de meses. - Ashley miró su teléfono móvil. - ¡Vaya, qué tarde es! Me tengo que ir, pero antes... ¿Dónde están los servicios? - Miró a su alrededor y enseguida los localizó.
- Te acompaño. - Dijo Catherine dejándome solo en la mesa. Pagué los chocolates y las esperé de pie junto a la puerta de la cafetería.
Justo cuando calculaba las probabilidades que existían de que un agujero negro hubiera surgido de la nada y se las hubiera tragado, aparecieron.
- ¿Qué ha pasado? Pensaba que iba a tener que ir a buscaros.
- Había cola. - Contestó Ashley con rapidez. Catherine la miró.
- Sí, bastante. ¿Vamos? - Salimos de allí y acompañamos a Ashley hasta su coche.
- Ha sido una visita bastante corta. - Me quejé.
- Lo sé, pero por lo menos os he podido ver. Más os vale venir a visitarme algún día.
- Espero que la próxima vez que nos veamos no haya pasado tanto tiempo. - Le di un abrazo de despedida.
- Yo también. - Murmuró mientras Catherine se despedía de ella.
- Espero volver a verte pronto. - Dijo mi chica.
- No os prometo nada. - Ashley alzó las palmas de las manos y se subió al coche.
- Es encantadora, ahora entiendo por qué sois amigos. - Me confió Catherine mientras la veíamos desaparecer calle abajo.

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