viernes, 29 de noviembre de 2013

EPÍLOGO

Suspiré, empañando el cristal de la ventana del autobús con mi aliento. Las vacaciones de Navidad se me habían pasado muy rápido, demasiado para mi gusto.
Mi reconciliación con Dean había sido una grata sorpresa y tenía la sensación de que nuestro corto periodo de ruptura había servido para reforzar nuestra relación. Releí el mensaje que me había enviado nada más montar en el autobús y sonreí una vez más. Quería que llegasen las próximas vacaciones cuanto antes. En cuanto a Faheema, al padre de Dean le aseguraron que se encontraba bien, estaba a salvo bajo la tutela de unos primos de su padre, en una ciudad segura. Aun así, Dean seguía preocupado por ella y, aunque no me lo había comentado, sabía que no estaría realmente tranquilo hasta que lo viera con sus propios ojos. Sacudí la cabeza, apartando el pensamiento de que él se volviera a alejar de mi y regresara a ese horrible sitio. No iba a preocuparme por especulaciones mías.
Pensé en mis amigos y en la "cita cuádruple" que habíamos tenido unos cuantos días antes. Darren había vuelto a Francia pero pronto vendría a ver a Anne de nuevo. A pesar de ser una relación difícil por culpa de la distancia ambos parecían estar dispuestos a hacer que durara. Jack e Isabelle eran los perfectos tortolitos, siempre agarrados de la mano o intercambiando palabras de cariño en susurros. John y Charlotte desprendían amor en cada mirada que cruzaban y las pálidas mejillas de ella enrojecían sutilmente cada vez que esto pasaba.
Recibí un mensaje de buen viaje de mi padre. Por fin estaba yendo por el buen camino, tal vez sería duro y le costara, pero, por primera vez en mucho tiempo, le veía capaz de superar su problema con el juego. Con respecto a mi madre, en cambio, veía muy difícil que ella volviera a confiar en él, no después de tantas decepciones.
Me acomodé en mi asiento, colocándome los auriculares. Comenzó a sonar la melodía con la que aquel desconocido me había sacado a bailar en mi graduación, ni siquiera recordaba haberla guardado entre mis canciones. Nigel pasó por mi cabeza fugazmente. Sin pretenderlo habían confirmado mis sospechas: esa chica de cabello rizado y moreno y él estaban juntos. Les deseaba lo mejor. Eliminé la canción del reproductor de música, su momento había pasado al igual que el de él.
Unos dulces acordes complacieron mis oídos, subí el volumen. Era la canción que Dean me había cantado en el karaoke "El Ruiseñor". Sonreí, mira que hacerme subir al escenario... Cerré los ojos y disfruté de la preciosa melodía. Todos los momentos recientes vividos con Dean llenaron mi mente, incluso desempolvé los más antiguos, aquellos que había intentado olvidar sin éxito. Dirigí la mirada hacia mi bolsa de viaje, dentro llevaba la sudadera de Dean, con su olor renovado. El camino era largo pero tenía suficientes recuerdos con los que llenar mi mente. Traté de memorizar cada detalle, cada palabra, cada gesto... Quería que esos instantes se quedaran para siempre conmigo.

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