lunes, 28 de octubre de 2013

CAPÍTULO 17 - SALIDA DE AMIGOS

Tras recuperarme de la discusión con Nigel, llegué al punto de encuentro con mis amigos más tarde de la hora acordada. Sus palabras aún resonaban en mi mente.
- ¡Hombre, por fin apareces! - Dijo John.
- Perdón, me he entretenido. - Anne me dirigió una mirada significativa que traté de ignorar. - Bueno, ¿vamos? - Pregunté.
Entramos en un bar de estilo irlandés. Su fallada estaba decorada con ladrillos y en su interior había una gran pantalla en la que ponían videos de canciones. La luz era tenue, creando un ambiente íntimo y acogedor. Había una mesa de billar en un rincón al fondo del local a la que fuimos tras pedir algo de beber.
- ¿Qué hay de Darren y Charlotte? - Pregunté tras un par de tiradas.
- Darren vuelve a Francia dentro de dos días. - Respondió Anne seria. - Espero que nos visite de vez en cuando.
No sabía qué decir, las relaciones a distancia eran difíciles y más estando en países distintos.
- Siempre podéis mantener el contacto por Internet. - Propuse. Asintió, componiendo una sonrisa.
- Eso sí.
- ¿Y tú, John? - Continué. - ¿Qué tal con Charlotte? - Él sonrió con timidez.
- Nos hemos visto hace un rato y hemos vuelto a quedar mañana.
- ¿Entonces se puede decir que estáis oficialmente juntos? - Intervino Isabelle.
- Solo llevamos tres días, todavía es pronto para decirlo. - Hizo una pausa. - Pero, vamos, sí, yo creo que sí. - Se quedó ensimismado perdiéndose en sus pensamientos con una sonrisa bobalicona. Isabelle miró su móvil y escribió algo en él. Era mi turno para tirar.
- Bueno, Catherine, - habló Anne - ¿qué pasa entre tú y Nigel? - El taco se me resbaló hacia un lado, apenas rozando la bola blanca, que se dirigió al lado contrario al que quería mandarla. Negué con la cabeza, incorporándome.
- Entre Nigel y yo ya no hay nada. - Afirmé segura. Tras nuestra última conversación me había quedado bien claro que lo nuestro no iba a funcionar, a menos que yo me olvidara de Dean y él de cualquiera de las otras chicas que se cruzaban en su camino. Y eso no iba a pasar, o al menos no por ahora.
- ¿Ya? ¿Eso significa que tuvisteis algo? - Preguntó John. En las pocas ocasiones en que les había visto durante el corto periodo de tiempo en el que había estado con él, no les había mencionado a Nigel, una muestra más de que no me importaba lo suficiente o de que me sentía culpable.
- Fue algo raro. - Respondí. - Nada serio, solo besos y poco más. - Se me puso la piel de gallina al recordar su aliento en mi cuello. - Lo nuestro no estaba hecho para durar...
Me pregunté si habría más chicos en mi vida, uno con el que durara de verdad, pero me era imposible imaginarme de forma seria con algún otro que no fuera Dean y eso me frustraba. No podía ir en su busca, me había dejado bien claro que necesitaba estar a solas y yo me había comprometido a respetar su decisión. ¿Y si Nigel tenía razón y Dean había encontrado a otra chica? No podría enfadarme con él por ello, ya no estábamos juntos. Suspiré. La tenue música de fondo llenaba el local y el taco de billar de Isabelle hizo un ruido sordo al golpear la bola blanca.
- Mejor, ese tipo no te convenía. No me cae bien. - Opinó John.
- Estoy de acuerdo con él, Catherine. Nigel no me daba buenas vibraciones. - Le apoyó Isabelle.
- ¿Ves? No soy la única que lo piensa... - Concluyó Anne.
Les miré sorprendida y, sin saber por qué, algo molesta.
- No sabía que no os gustaba. - Agradecía su sinceridad, aunque llegara un poco tarde. Seguramente me hubiera acercado a Nigel dijeran lo que dijeran.
- No nos lo habías preguntado. - Dijo John, tirando. La bola de rayas a la que le había dado con la blanca se metió en la tronera sin esfuerzo alguno.
- Tampoco habíamos hablado así de él antes. - Murmuré, encogiéndome de hombros. El móvil de Isabelle volvió a sonar y lo miró con una sonrisa. Llevaba toda la tarde con él en la mano y, aunque nos escuchaba y participaba en nuestra conversación, parecía ausente.
- Mirad lo que me acaba de enviar Jack. - Nos enseñó una foto de él con la capucha de la sudadera puesta, cerrada casi del todo. Parecía un esquimal. Nos reímos.
- ¡Qué le gusta hacer el tonto! - Dije, entonces caí en la cuenta. - Oye, ¿desde cuándo tienes el número de Jack?
- Me lo dió el último día del torneo de baloncesto. No sé cómo se le ocurren tantos temas para hablar, siempre tiene algo que decir. - Se guardó el móvil en el bolsillo, este volvió a sonar y puso los ojos en blanco. - Lo que yo decía, tiene respuesta para todo.
- Es un buen chico, además es gracioso y muy simpático. - Añadí. - ¿No te parece?
- Sí, aunque no le conozco mucho. - Miró la contestación de Jack disimulando una sonrisa.
- ¿Sabes? Creo que lleva mucho tiempo detrás tuya. Deberías darle una oportunidad... - Sugerí. Me miró, levantando una ceja.
- Sin presiones, me gusta ir poco a poco. - Asentí, dispuesta a no insistir más. Bastante tenía con estropear mis relaciones como para hacerlo con las de los demás.
La puerta del bar se abrió, entrando un hombre de mediana edad de pelo entrecano, mi padre. Le observé caminar con paso tranquilo y seguro hasta la barra. Hacía mucho que no le veía, ¿dónde habría estado metido todo ese tiempo? Fruncí el ceño.
- Ahora vuelvo. - Les dije a mis amigos. Dejé el taco apoyado en la pared y fui hacia él. Había engordado y repiqueteaba con los dedos de forma nerviosa sobre la madera. - Mira quién ha aparecido por aquí.
- ¡Cathy! - Se volvió hacia mi con una sonrisa sorprendida. - ¿Cómo te va todo? - El camarero le sirvió una cerveza.
- ¿No tienes bastante con ser adicto al juego que ahora te vas a volver alcohólico? - Tomó un trago del vaso.
- Por una vez te equivocas, hija. - Parecía estar de buen humor. - ¿Sabes de dónde vengo? De un centro de ludopatía. - Le miré sorprendida. - Exacto, aún llevo poco tiempo pero hace una semana y dos días que no piso un casino, una sala de juegos o algo parecido.
- Me... alegra oír eso. - Dije perpleja. Me senté en el taburete que estaba a su lado. Seguía moviendo los dedos como si estuviera tecleando sobre la barra, supuse que sería un tic por la abstinencia. - ¿Por qué no nos lo habías dicho antes a mamá o a mi?
- Quería estar completamente seguro de que mi problema con el juego estuviera acabado antes de contároslo a ninguna de las dos. - Dejó sus dedos quietos cuando se dió cuenta de que le miraba y colocó las manos sobre el regazo.
- ¿Crees que lo conseguirás? - Se encogió de hombros, dándole otro sorbo a su bebida.
- Con esfuerzo y perseverancia todo se puede. - Me dedicó una sonrisa y le respondí con otra. - Y, cuéntame, ¿qué es de ti?
- Bueno... - No sabía por dónde empezar. - Dentro de poco me iré a la universidad. - Asintió, complacido. - Está un poco lejos pero me vendrá bien.
- ¿Cómo llevas lo de tu novio? - Abrí la boca para responder, entonces recordé que mi padre no lo sabía.
- Dean está vivo. - Sonreí vagamente. - Se equivocaron, le dieron por muerto cuando no era así.
- Cuánto incompetente hay suelto... - Sacudió la cabeza. - Te podrían haber ahorrado todo ese disgusto.
- Desde luego.
- Pero me alegro. Ese chico se ve que te quiere. - Tragué saliva.
- Ya no estamos juntos. - Bajé la mirada. Se quedó en silencio durante un momento.
- No te preocupes, esas cosas pasan. - Me palmeó la rodilla. - Y, ¿qué vas a estudiar? - Cambió de tema y lo agradecí.
Estuvimos charlando durante un rato. Hasta que fui consciente de que mis amigos ya habían terminado la partida de billar.
- Tengo que volver con mis amigos. - Dije señalándoles. No quería bajar la guardia de nuevo con él. - Suerte con la rehabilitación, se que puedes hacerlo.
- Gracias. - Me acercó con un brazo y me dio un beso en la cabeza. - Si necesitas cualquier cosa me gustaría que contases conmigo. - Asentí. Volví a la mesa de billar con una nueva chispa de esperanza.

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