jueves, 12 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 10 - EL CHIRINGUITO (PRIMERA PARTE)

Nos paramos frente al chiringuito y observé la pequeña cola que había para entrar. Dean llevaba una camisa de un suave tono azulado con los puños un poco remangados, tapando sus quemaduras, y unos pantalones largos, para ocultar su pierna ortopédica.
- ¿Vamos? - le animé. Asintió y entramos. Lo notaba nervioso, seguía acomplejado por sus heridas pero ya había pasado un mes desde su regreso y su psicólogo le había recomendado salir y volver a hacer lo que hacía antes de ir a la guerra, e ir a bailar era una de esas cosas.
- Te aviso que no me podré mover como antes. - Me encogí de hombros.
- No me importa, mientras estés a mi lado es suficiente. - Le acaricié la mejilla. Apenas se le notaba la cicatriz, era una fina línea rojiza que le daba oscuridad a su rostro.
Al entrar nos encontramos con Jack y Peter y Dean se puso a hablar con ellos. Peter me miraba con dureza. Poco después de haber bailado la segunda vez con Nigel descubrí que se conocían, tenían una foto juntos. El día en el que casi nos besamos él estaba en la discoteca y sabía que podría contárselo a Dean en cualquier momento aunque no debía sentirme mal, en aquel momento habían dado a Dean por muerto y al final entre Nigel y yo no había pasado nada. Me disculpé y fui a por algo de beber, no podía aguantar su mirada ni un minuto más.
Mientras esperaba a que me atendieran en la barra miré a mi alrededor, esperando ver a Anne, John e Isabelle pero al que vi fue a Nigel. Andaba con su característica seguridad y elegancia entre la gente, su cabeza sobresalía entre las de los demás y noté un peso de culpabilidad en mi estómago al darme cuenta de que me había alegrado al verle. Volví mi vista hacia el camarero que me estaba sirviendo las bebidas y centré mis pensamientos en Dean. Él ya estaba aquí, había vuelto, él era mi chico y los demás no importaban.
Cogí los vasos y esquivé los movimientos de los que estaban bailando a mi alrededor logrando llegar hasta Dean.
- Aquí tienes. - Al levantar la cabeza me percaté de que estaba hablando con otro chico. Ahogué un grito de sorpresa y agarré los vasos con fuerza para evitar que se me cayeran.
- Hola. - me dijo Nigel con una sonrisa, sus ojos seguían teniendo ese brillo provocador.
- Hola. - apenas se me escuchó con el volumen de la música. Me dió dos besos ante la mirada desconcertada de Dean. - ¿Os conocéis? - Les pregunté elevando la voz. Mi mirada pasaba de uno a otro, observando las sutiles diferencias entre ambos y la escalofriante igualdad de sus perfiles.
- Si, estábamos en el mismo equipo de baloncesto. - respondió Dean. Cogió el vaso que le estaba tendiendo. - ¿Recuerdas el palizón que les dimos a esos tipos de la capital?
- Ya ves, no se lo esperaban. - Nigel soltó una carcajada. - ¿Cuándo vamos a echar otro partido?
Dean puso mala cara, todavía no podía jugar en condiciones debido a su pierna.
- Creo que más adelante. Me he tomado un tiempo de descanso. - Dean bajó su vista hacia mi y noté su mano en mi cintura. - ¿Y vosotros de qué os conocéis? - Miré a Nigel y luego a él.
- De mi graduación, es primo de una chica de la otra clase, de la de ciencias. - Respondí nerviosa y tomé un sorbo de mi bebida.
- Sí, y también nos volvimos a ver en la fiesta de la graduación del Rodríguez Ayala, ¿no te acuerdas? - Sentí la mirada de ambos puesta en mi y tuve que hacer un esfuerzo para no atragantarme con el líquido.
- Ah, si, es verdad. - Como para olvidar esa noche. - Sí, que me "presentaste" - dibujé las comillas en el aire con los dedos - a tu prima. - Me mordí la lengua, había sonado rencorosa. ¿Se acordaría acaso de mi nombre? Lo dudaba mucho.
Vi a mis amigos entrar en el chiringuito.
- Mira, ahí están Anne y los demás. - Les saludé agitando la mano en el aire. - Ahora vuelvo. - Le di un beso rápido a Dean y observé por el rabillo del ojo la expresión de Nigel. Me complació ver una pizca de celos en su mirada y me alejé de esa incómoda situación antes de que pudiera ponerse peor.
Saludé a Anne, John e isabelle. Anne se agarró de mi brazo y me habló al oido.
- ¿El que está hablando con Dean no es...? - le interrumpí, sabiendo lo que continuaba.
- Exactamente. Imagínate mi cara al verlo.
- ¿De qué se conocen?
- Del baloncesto. - Asintió.
- ¿Todavía no se lo has contado a Dean? - Negué con la cabeza.
- No había vuelto a ver a Nigel desde esa noche y no sabía cómo sacar el tema. Además, entre nosotros no pasó nada. - Cambié el rumbo de la conversación. - ¿Y tu franchute, va a venir?
- Me dijo que a lo mejor, que lo tenía que hablar con su familia. Pero que lo más seguro es que se pase.
Nos reunimos con Dean, que había vuelto a reunirse con Jack y Peter. Nigel ya se había ido. Mientras Dean saludaba a mis amigos Peter se acercó a mi.
- ¿Cuándo se lo vas a decir?
- No entiendo a qué te refieres.
- No te hagas la tonta. Es cuestión de tiempo que se entere de lo tuyo con Nigel. - Solté una carcajada.
- No hay nada entre él y yo. Lo nuestro no ha pasado de un par de bailes.
- Eso es lo que tú dices. - insinuó.
- Lo que digo es la verdad. - Traté de controlar el volumen de mi voz. - Sí, estuve a solas con él pero no ocurrió nada. ¿Acaso él va contando algo distinto? - Negó con la cabeza. - Entonces, no hay más que hablar.

- ¿Te lo estás pasando bien? - Le dije a Dean en el oido mientras dábamos vueltas agarrados, sin seguir el ritmo de la música.
- Mejor de lo que esperaba. - Me besó y apoyé la cabeza en su hombro. - Oye, antes, cuando has visto a Nigel... - se quedó en silencio. Levanté la cabeza.
- ¿Si? - Traté de aparentar tranquilidad.
- Parecía como si... No sé. ¿Tú y él...?
- Solo bailamos, no pasó nada más. - Le aclaré y me sentí más aliviada al contárselo.
- Me alegra oir eso. - Me hizo girar y volvió a pegarme a él.
- ¿Sabes? - Continué. - Cuando le vi por primera vez creía que eras tú. Tenéis un perfil muy parecido, ¿te has dado cuenta? - Negó con la cabeza. No parecía muy contento con mi comentario y temí haber metido la pata. - Pero Dean solo hay uno. - Le abracé notando la tensión en su cuerpo.
Dejamos de bailar en pareja y me centré en mis amigos. Jack trataba de cortejar a Isabelle sin éxito y Peter se había ido con otros amigos hacía ya un rato. Pusieron varias canciones buenas seguidas y bailamos en corro, la noche no podía ir mejor. Los ojos de Anne se abrieron más de lo normal y me cogió por el codo.
- Mira. - señaló con la cabeza hacia Dean, Nigel le estaba diciendo algo al oído. Dean le miró con cara de pocos amigos y Nigel le dijo algo más, señalándome. Intercambié una mirada con Anne y fingí no haberme fijado en ellos.
- Oye, Anne, ¿ese no es tu Darren? - Traté de pronunciar su nombre con acento francés con pésimos resultados. Acababa de entrar en el chiringuito un chico delgado con rizos castaño claro y acompañado por dos chicos y una chica. Anne siguió mi mirada pero antes de poder decir nada Dean tiró con suavidad de mi mano y me acercó a él.
- ¿Quieres bailar con Nigel? - Le observé desconcertada y luego a Nigel.
- ¿Qué? - No entendía por qué me preguntaba eso.
- ¿Quieres o no? - Me volvió a preguntar. Nigel se acercó a mi otra oreja.
- ¿Bailamos? - Su aliento me hizo cosquillas y la piel del brazo se me erizó cuando su mano rozó la mía. Me mordí el labio. Dean soltó mi otra mano y se apartó algunos pasos de nosotros. No sabía cómo reaccionar, dejé que Nigel me colocara en posición de baile alejándonos de él y mis amigos.
- ¿Ya ha pasado el tiempo que necesitabas? - Levanté la vista encontrándome con su mirada.
- Estoy con Dean. - Sonrió.
- Ya me he dado cuenta. - ¿Eran celos lo que notaba en su voz o tal vez indignación? ¿Estaba enfadado porque no se lo había contado antes? - ¿Lleváis mucho?
- Dos años y medio. - Sonreí sin darme cuenta.
- Vaya. - Abrió los ojos, sorprendido. Me dejé llevar por la música y noté su cuerpo pegado al mio. Me aparté discretamente dándome cuenta de lo que estaba pasando. Busqué a Dean con la mirada, no estaba junto a los demás. ¿Dónde se había metido?
- ¿Y qué has decidido? - Volví mi cabeza hacia él.
- ¿Con qué? - Me miró como si fuera obvio de lo que hablaba, con una sonrisa de suficiencia. - Ah, ya te lo he dicho, estoy con Dean.
- ¿Y? - Fruncí el ceño.
- Tengo novio, Nigel.
- ¿Y qué haces bailando conmigo, entonces? - Me hice la misma pregunta y me paré. Esquivé su mirada. - Te pongo nerviosa. - Me acarició el brazo con lentitud.
- Yo s-siempre estoy nerviosa. - El tartamudeo no ayudó en absoluto y el subir y bajar de sus dedos por mi piel tampoco. Su rostro se acercó y me esforcé por no mirar sus labios.
- Puedes besarme si quieres. - Inclinó su cabeza hacia mi y escondí la barbilla, alejándome de él.
- Quiero a Dean. - Dije con voz segura. Me acerqué a mis amigos y les pregunté por él.
- Creo que ha salido fuera. - Respondió John.
- Voy a buscarle.
Paseé mi vista por el paseo marítimo y por la playa. Vi una figura conocida sentada frente al mar. Me quité los tacones y sentí la frialdad de la arena bajo mis pies.
Dean observaba las olas romper en la orilla con mirada ausente, la luna iluminaba su rostro y realzaba el contraste de la negrura de sus cejas y su cabello con la blancura de su piel. Sus ojos se veían más azules a la luz de la luna. Caminé más despacio, sabía que me había visto ir hacia él y me senté a su lado sin decir nada. Traté de descifrar su expresión pero no lograba saber si estaba enfadado o no. Suspiré.
- No siento nada por él. - aclaré.
- He visto como le miras. - Su tono era neutro, sin reproches ni celos, simplemente me informaba. - Así es como me mirabas antes a mi.
- Te quiero a ti. - Le miré aunque él mantenía la vista fija en el horizonte.
- Él puede bailar bien, jugar al baloncesto y te daría el cariño que necesites.
- No digas tonterías. Me da igual como baile, si juega al baloncesto o no y dudo mucho que me pueda dar el cariño que tú me das.
Se quedó en silencio, pensativo.
- Deberíamos darnos un tiempo. - Dijo con lentitud. El corazón me dejó de latir durante un segundo.
- Dean, se que esto es duro, pero lo superaremos. Juntos. - Le agarré la mano pero la apartó.
- Por favor, no hagas esto más difícil. - La fría máscara en que se había convertido su cara se estaba resquebrajando.
- No lo hagas tú. Es una tontería que discutamos por él. - Ni siquiera merecía la pena mencionar su nombre.
- No es solo por él, es todo. No podrás seguir con tu vida de la forma en la que querías si tienes que estar siempre pendiente de mi, soy una carga. Me cuesta mucho hacer todo, me paso todo el dia en casa, sin hacer nada, incapaz de dar un paso sin ayuda y, ¿qué te podría dar en el futuro? Una vida de quejas, llantos y de silencios incómodos cada vez que me preguntas en qué pienso. No creo que quieran a un cojo en ningún puesto de trabajo, además, no sé hacer nada, soy un inútil. Lo único que podía hacer era estar en el campo de batalla y ahora ya ni eso.
- Sabes hacer más que eso, Dean. Solo tienes que encontrar algo que te guste y se te de bien. Un lugar en el que encajes y te sientas a gusto.
- ¿Cómo el baloncesto? - Preguntó irónicamente.
- Habrá más cosas que se te den bien.
- Si en todos estos años no he descubierto ninguna otra cosa, no creo que la encuentre ahora que mis capacidades están más limitadas. - Se señaló la pierna.
- Solo necesitas tiempo para recuperarte. - Puse una mano en su brazo y esta vez no se alejó.
- Tienes razón. Necesito tiempo. - Se puso en pie con dificultad y le imité. - Ambos lo necesitamos. Más vale que Nigel te cuide mejor de lo que he hecho yo. Adiós. - Me dió la espalda. No me lo podía creer.
- ¿Ya está? ¿Así van a acabar dos años y medio de relación? ¿Con un 'adiós'? - Retuve las lágrimas en los ojos aunque mi voz me delató. - Además, no necesito que nadie me cuide y mucho menos ese estúpido creído de Nigel. - Se acercó y me dio un tierno beso en la frente. Le acerqué a mi y le abracé sin intención de soltarle, al principio se resistió pero después se relajó.
- Quiero que continúes con tu vida, que conozcas a otras personas, que tengas el futuro que quieras.
- Mi futuro está a tu lado. - Me sujetó por los brazos con delicadeza y me separó de él. - Piénsatelo, por favor. - Le supliqué.
- Tengo que irme. Te deseo lo mejor, Catherine. - Caminó como pudo por la arena hasta desaparecer de mi vista. Las lágrimas resbalaron por mis mejillas y sentí un dolor en el pecho mayor del que había sentido cuando dieron a Dean por muerto. Ahora me estaba dejando por voluntad propia, porque él lo había querido así. Me hice un ovillo en la arena, con las rodillas pegadas al pecho, sollozando en silencio.

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